Texto de reflexión sobre el proceso de refundación de Lucha Autónoma realizado por un compañero del CAES
documentos de la refundación

EL PROCESO DE REFUNDACIÓN DE LOS COLECTIVOS DE LUCHA AUTÓNOMA DE MADRID

    El 20 de Febrero de 1.999 se reunieron en la primera Asamblea para la refundación de Lucha Autónoma (L.A) más de cien personas, casi todas jóvenes, pertenecientes a 28 colecti-vos y redes sociales.  Esta asamblea puso en marcha un proceso, cuyos objetivos y contenidos habían sido objeto de un intenso debate en los colectivos adscritos a la Coordinadora de Lucha Autónoma.
    Para intentar comprender las dinámicas de los casi cinco meses de proceso constituyente, así como los problemas y expectativas que se abren tras la clausura de esta etapa asamblearia, es necesario hacer un poco de historia.
 

LOS ANTECEDENTES DEL PROCESO DE REFUNDACIÓN.

    En la Transición Política Española (T.P.E.), algunos sectores de la "intelligentzia" radical, protagonizaron intentos fallidos de levantar una corriente revolucionaria autónoma. Sin conexión conocida con estas experiencias, reaparecen a finales de los 80, grupos y colectivos que se reclaman de la autonomía y que muestran influencias de las corrientes autónomas alemanas.
    En estos años, en el contexto político social se deja sentir el derrumbe de los dos grandes movimientos sociales que sucedieron al movimiento obrero, ahogado por los pactos sociales de la transición.
    Por un lado, el Movimiento por la Paz que en el Estado Español adoptó la forma de movimiento contra la permanencia de España en la OTAN y contra las Bases Militares U.S.A. Este movimiento de masas vivió su puesta de largo el 20 de Enero de 1981, con la Primera Marcha a Torrejón en la que participaron diez mil personas y su cénit con la manifestación anterior al referéndum del 6 de Marzo de 1.986, en la que participaron en Madrid más de 500.000 personas.
    La pérdida del referéndum interrumpió un proceso de convergencia de múltiples fuerzas de la izquierda política y social, lideradas por la izquierda extraparlamentaria, bordeando la posibilidad de abrir una crisis de Estado, caso de haber ganado el NO a la OTAN. A partir de aquí el movimiento entró en una rápida descomposición, aunque los 7 millones de votos "NO", muchos de ellos de votantes socialistas, fueron la base de la constitución de Izquierda Unida.
    Por otro lado, el Movimiento Feminista pugnando por expresar de forma autónoma la creciente y descentralizada acti-vidad de colectivos de mujeres y militantes feministas desde el último franquismo, encontró una bandera de unificación política en la lucha por la despenalización del Aborto, bajo la consigna de "Derecho al aborto libre y gratuito". El movimiento creció hasta las grandes movilizaciones de 1.983. A partir de aquí, desde el P.S.O.E. se practicó una política de institucionalización del movimiento, que, sin acabar con la gran actividad feminista dispersa, arrebató el protagonismo a la actividad de base y a las corrientes más politizadas y radicales.
    La crisis de estos movimientos es isomorfa con la crisis del radicalismo residual de la T.P.E. Tras la disolución en 1.980 de los partidos más importantes de la izquierda extraparlamentaria,  Organización Revolucionaria de Trabajadores, (O.R.T) y Partido del Trabajo (P.T.), quedaron en escena con capacidad de intervención el Movimiento Comunista (M.C.) y la Liga Comunista Revolucionaria (L.C.R.), que dedicaron sus mejores esfuerzos en una permanente, aunque conflictiva unidad de acción, a estructurar y dinamizar los dos movimientos anteriores.
 

EL DESARROLLO DE L.A.

    Es en este contexto de declive de la resistencia social de masas y de la izquierda extraparlamentaria en el que, a finales de los 80, surgen los nuevos colectivos que se reclaman de la autonomía. Sus jóvenes integrantes provienen principalmente de militancia de barrios, universidad, antimilitarista, antifascista o de okupación.
    En estos frentes chocan con los militantes de la izquierda radical y en algunos casos del P.C.E., por sus intentos de recuperación "de las iniciativas y de los militantes sin partido. La militancia de L.A. se construye contra el modelo político y organizativo del radicalismo terminal:
   "Su objetivo no es el desarrollo o triunfo de una lucha, sino que estas son medios para crecer y captar gente. Anteponen sus intereses particulares a cualquier otro como demostró el M.C. en la campaña antí-OTAN, lucha antimilitarista, campaña contra la ley de inseguridad ciudadana... frenadas por peleas intestinas a ver quien dirigía la movida. Al final toda historia tiene dos combates a la vez: contra el estado y contra los supuestos compañeros que intentan manipulamos.
Criticamos su organización jerárquica y/o burocrática. Las bases son muy enrolladas y es fácil trabajar con ellas, pero las diversas direcciones y popes son unos cerdítos que sudan más por el puesto o la parcela de poder que por cualquier otra cosa." (1)
Con el paso del tiempo, la crisis de la izquierda radical favorece el trasvase de jóvenes militantes de la misma a los colectivos de L.A.

    "A finales de los 80 y principio de los 90, cada vez que se organizaba un colectivo de jóvenes, los partidos de extrema izquierda se tiraban encima y varios colectivos tuvieron infiltrados del partido maoísta Movimiento Comunista.
Cuando se produce la fusión a nivel de directivas del Movimiento Comunista y el partido troskista Liga Comunista Revolucionaria, parte de las bases, especialmente los jóvenes, empiezan a interesarse por el discurso antipartido. Las veces que entrábamos en contacto autónomos y partidos más que absorbemos, eran ellos los que asimilaban nuestro discurso antipartido y de esta manera hacíamos una labor importante de disolución: gente de las juventudes del MC, LCR, PCE - ML han acabado en colectivos de la coordinadora Lucha Autónoma y en otras estructuras del movi-miento autónomo." (2)

    La organización de estos colectivos juveniles cristaliza en Octubre de 1.990 en unas jornadas de las que surge la Coor-dinadora de Colectivos de Lucha Autónoma, como estructura de comunicación y dinamización de la Autonomía. La identidad que en ese momento expresan los reunidos se refleja en los siguien-tes textos:
"(...)Los puntos básicos que nos unen son la autoorganización y la asamblea como órgano decisorio, el antiautoritarismo, el rechazo a toda jerarquía o vanguardia y el planteamiento de alternativas de lucha y de organización que nos unan dentro de una línea anticapitalista y antipatriarcal. La lucha política no debe ser sólo el modo de  conseguir  un mundo mejor para el  futuro, debe afrontar las necesidades inmediatas de los individuos y ser también un medio de transformación interna de loe mismos y de sus relaciones.
Dentro de Lucha Autónoma hay diferentes formas de pensar y distintos colectivos,  pero esto no debe servir para paralizar los movimientos sino para enriquecerlos y generar debate. (…)” (3)

    "Lo fundamental en el movimiento autónomo y lo que rompe con la tradíción de la izquierda es que no pretende estar en posesión de ninguna verdad y no sólo tolera sino fomenta la discrepancia. Así, no tenemos problema de firmar nuestros carteles con la A, la hoz y el martillo y la estrella."
    La crítica al vanguardismo, a los partidos y a los sindicatos se lleva a cabo por una práctica organizativa, asamblearia, antijerárquica y antiautoritaria que sea efectiva y funcione.
   "No pretendemos una organización a la que se una la gente que piense igual, sino extender las ideas de la autoorganización y autogestión. Creemos que los problemas cotidianos de la gente son fruto de las relaciones sociales que nos impone el sistema. Queremos desarrollar la crítica al sistema desde estas batallas cotidianas. La revolución empieza por uno mismo. Debemos empezar por transformar nuestras relaciones personales y nuestro entorno más cercano. La revolución se hace día a día. "(4)

Los nuevos militantes de L.A. son jóvenes y con poca experiencia:
   "La mayoría de la gente entra en el colectivo con una idea vaga anticapitalista, de que hay que pelear contra el sistema y que el reformismo no conduce a nada. Pero es en el colectivo donde realmente se forman políticamente. Tanto a nivel teórico como a nivel práctico: como convocar una movilización, cómo hacer una asamblea... La gente mas vieja, que venia de otros colectivos, se preocupan por la formación de los más inexpertos. Durante el primer año, en todas las asambleas aparecía alguien con un texto sobre organización, violencia, mujer... También, cuando empiezas, es el momento en el que te lees todo lo que te echen. Además hacíamos muchos debates, porque claro, con muy poquita base teórica y haciendo muchas cosas, enseguida te salen dudas que hay que resolver: el derecho a la autodefensa, el trabajo con las asociaciones de vecinos, los partidos políticos......" (5)

    La ruptura con los dogmas y las formas de militancia de la vieja izquierda, se manifiestan de esta manera, pero también en forma de miedos. Miedo al liderazgo de los más veteranos, a una militancia exhaustiva y absorbente, y también a que las Asambleas interminables espanten a los que empiezan su actividad en el colectivo.
    Se producen experiencias traumáticas con las Juven-tudes Comunistas, que marcarán un antagonismo, aún no resuelto:

   "En noviembre de 1.990, el domingo más próximo al 20-N, la coordinadora de colectivos Lucha Autónoma participa en
la convocatoria de la concentración de autodefensa de los puestos políticos de Tirso de Molina, en la que al igual que el año anterior participan las juventudes del Partido Comunista de España (PCE), las Juventudes Comunistas de Madrid
En esta ocasión se trabaja con la organización de la ciudad de Madrid en base a contactos personales (en movilizaciones, en concentraciones antifascistas). El día antes de la concentración, uno de los responsables de las Juventudes Comunistas de Madrid (JCM), asustado por las noticias aparecidas en la prensa sobre "los extremos que se tocan", "la violencia juvenil"... da una rueda de prensa en la que por una parte desconvoca la concentración - que no había con-vocado él- y por otra parte denuncia que la movilización antifascista es un nido de "violentos".
    Estas declaraciones provocan que las 500 personas que acuden a defender de los fascistas a los puestos políticos, aguanten cacheos, cargas policiales con el resultado de varios heridos y detenidos. Con parte de las bases de la JCM no había problemas, a ellos también les vendió su responsable y estuvieron palo en mano enfrentándose a los fascistas. Pero aunque fueran gente honrada, el hecho de que dependieran de unos jefes incontrolables nos impidió al movimiento autónomo hacer un trabajo conjunto."(6)

   "Las movilizaciones siguen creciendo, y en la manifestación del 20-N (de 1.994) participan entre 4.000 y 6.000 personas. Por otra parte las juventudes del Partido Comunista de España vuelven a provocar tensiones en la coordinadora antifascista de Madrid, plataforma de colectivos autónomos, centros sociales, asociaciones de inmigrantes... que se constituyen todos los años para convocar las movilizaciones antifascistas de noviembre. Las JCM son readmitidas en la plataforma a pesar de la traición de la directiva de las Juventudes Comunistas de Madrid el 20 de noviembre de 1.990. La plataforma acuerda por unanimidad que para evitar problemas de protagonismo político, toda la propa-ganda vaya firmada por la coordinadora antifascista de Madrid. Las JCM se saltan los acuerdos y sacan su propia propaganda firmada como JCM.. Además no pagan los gastos comunes de la convocatoria y no acuden a las últimas reuniones de la coordinadora. Esta actitud es respondida por la coordinadora antifascista con la expulsión de las JCM y el reparto en la manifestación del 20-N de un panfleto en el que se desenmascara a las JCM como "instrumento del sistema para recuperar las luchas ".(7)
 

NUEVE AÑOS DE ACTIVIDAD Y DE REFLEXION MAS O MENOS ORGANIZADA.

LA ACTIVIDAD.

    Los escenarios de lucha social en los que han intervenido los colectivos de L.A. han sido numerosos. Quizá los más visibles socialmente sean la lucha antifascista y la okupación aunque también ha habido un amplio trabajo en terrenos como la contrainformación y una actividad diversa en la lucha contra la precariedad laboral, la exclusión social, los intentos de articular un trabajo feminista, etc...
    Todas estas actividades suponen el enraizamiento de algunos colectivos de L.A. en la sociedad y un importante bagaje político.
    En los años noventa se ha profundizado la institucionalización de la izquierda y la disolución del radicalismo superviviente de la Transición. Estos factores son esenciales para comprender por qué hay menos lucha social a pesar del aumento de la inseguri-dad para la mayoría de la población. Hay un vacío de resistencia organizada. Toda la actividad de lucha radical descrita, ocupa ese vacío y abre, para muchas personas, la posibilidad de enfrentarse de forma real a la injusticia y a las mentiras del poder.
    Mas allá de todas las insuficiencias políticas, teóricas y organizativas y más allá de todos los errores, el resultado de este trabajo organizado es la visualización de una lucha real para muchos sectores juveniles cansados por las mentiras del Coro Unico, y frustrados por la precariedad y la dependencia. Se demuestra, una vez tras otra, una enorme capacidad para convocar junto con otras redes, a la protesta combativa a millares de jóvenes. Como consecuencia de esta fuerza de choque real, el poder político y mediático ha desplegado una violenta campaña de criminalización y manipulación sobre la legitimidad y el valor social de este movimiento juvenil.
   "Tras las manifestaciones no autorizadas que el movimiento autónomo convoca en el barrio de Malasaña, el periódico ultraconservador ABC y la Asociación de Vecinos y comerciantes UVICORAMA señala al Kolectivo Malasaña como responsable de los enfrentamientos y ataques a oficinas bancarias que se producen en estas movilizaciones y de ser la "sucursal de Jarrai en Madrid". Estos intentos de criminalización, no tienen mucho éxito, pues el barrio en general y sobre todo las asociaciones de vecinos nos conocen de trabajar en campañas con el Pís-Stop, o participar en la mesa de asociaciones del barrio. Y el trabajo del día a día en el barrio no cuadra con la imagen de hoolligans terroristas que ofrecen los medios de comunicación". (8)
    La represión se ha abatido de forma intensa sobre un movimiento que a menudo, tampoco ha gestionado adecuadamente los riesgos de su desafío al sistema.
    La tensión entre la desconfianza en las formas organizativas estables por un lado y las necesidades de una mínima estabilidad y orden en el trabajo militante por otro, nunca se clausura. Pero se resuelve a favor de estos últimos. Este factor explica, junto a otros, la permanencia y los mejores logros de este movimiento-organización durante los últimos nueve años.
 

LA REFLEXION.

    - En los propios textos de la coordinadora (documento 1) se afirma que no se llega a tener una política escrita y que la unidad existente se basa en la práctica común. Sin embargo, se ha producido una amplia reflexión colectiva plasmada en numerosos textos.
    Casi todos los años se han realizado Asambleas de balance en las que, de forma progresiva y a veces insistente, se van produciendo debates y se van elaborando textos sobre temas como: trabajo en barrios, crítica a la forma Partido, la experiencia de los centros sociales autogestionados, autonomía y coordinación, intervención social, drogas, patriarcado, grupos de mujeres, el movimiento de la autonomía, intentos de coordinación estatal de la Autonomía, antifascismo, antimilitarismo, etc.
 

LA NECESIDAD DE INTRODUCIR CAMBIOS.-

    Durante la década de los noventa, las iniciativas de coordinación para actividades puntuales fue creando una red de contactos entre colectivos muy diversos, no todos ellos encuadrados en el área autónoma.
    Los motivos que impulsan a iniciar un proceso de refundación son varios: por un lado, abrir un debate entre todos los colectivos mas o menos próximos al área autónoma para crear un espacio estable que potencie los debates, la unidad de acción y la acumulación de fuerzas. Por otro lado, trazar una raya compartida por todos, entre quienes quieran construir la unidad contando con los otros y quienes desde la estética de la oposición revolucionaria extrema, realizan acciones individuales sin el menor cálculo, cuyas consecuencias negativas repercuten en el resto de los grupos.
    A la vista de estos motivos, muchos y muchas pensaron que era necesario sacar de los bares la discusión y llevarla a un espacio formal donde todos pudieran participar de forma transparente.
    En este proceso se debían debatir las diferentes formas de entender las luchas, las posibles alianzas y el comportamiento ante las actitudes individualistas y disolventes. Estudiar la práctica de los colectivos, buscar los elementos comunes para potenciar y defender las ideas, acciones y formas organizativas más adecuadas.
    En todo momento se reivindica la horizontalidad y la Asamblea, la necesidad de romper la división entre dirigentes y dirigidos, la garantía de la participación, respetando la diferencia y la pluralidad.
    Se buscaba una coordinación sin pretensiones centralizadoras, que respetara los distintos ritmos y características de los colectivos, que respondiera a las necesidades y expectativas de todos y que ayudara a superar los errores y vicios que producen desgaste.
    En este espacio de debate, no sólo debían participar los siete colectivos de L.A. coordinados, sino todos los que se reclaman, (más o menos) de la Autonomía.
    Estos presupuestos son largamente debatidos desde la primavera de 1.998 hasta Enero de 1.999 con documentos de ida y vuelta que se modifican y vuelven a modificarse. Finalmente se toma la decisión de crear un espacio abierto de debate sobre la necesidad de generar estructuras formales de coordinación para la extensión de la Autonomía y la Autoorganización, donde se expresen las distintas corrientes y grupos.
    Esta decisión supone la disolución de la coordinadora de colectivos de lucha autónoma en la nueva dinámica constituyente. Se abre así una experiencia dramática, generosa y radical. Un proceso constituyente políticosocial en estado puro. Todo está abierto a la voluntad y al deseo de los sujetos en acción.
 

EL PROCESO CONSTITUYENTE.

    El veinte de Febrero de 1.999 se celebra la primera asamblea. Hasta julio del 99 se celebran cinco Asambleas más. Los criterios de selección de los colectivos invitados al proceso de refundación de L.A. fueron varios: "Externos a las instituciones, voluntad de crear estructuras estables, mentalidad unitaria e integradora, tener una práctica común, no solo una teoría común, ser colectivos asamblearios y no jerárquicos". (9)

    Desde la primera Asamblea se marcaron dos posiciones muy acusadas que polarizaron el debate y lo condicionaron de principio a fin.     Por un lado una propuesta de formalización de la nueva Autonomía en una federación de grupos autónomos en base a unos Estatutos que deberían contener tanto los medios y objetivos de la nueva organización, como líneas de acuerdo teórico. (10)  Por otro lado militantes de un centro social okupado, criticaron "la ambigüedad de la propuesta de L.A.", defendiendo "una radical disolución de dicha coordinadora como única forma de alcanzar una dimensión constituyente verdadera". "Más que discutir sobre la refundación de LA,  se debían debatir temas de intervención social, (Maastricht, Kosovo, emigración, represión, etc.)". Propusieron "impulsar una red y no un partido de la autonomía". Argumentaron que "no es necesaria la autonomía como organización sino la autonomía desde lo social":     En vez de juntarse en un modelo limitado de bloque autónomo, es mejor expandirse disolviéndonos en lo social. "Hay que coordinarse desde lo real, desde lo constituyente en lo social" (Intervenciones verbales en las Asambleas).
    Sus dos textos: "La Autonomía como crisis" y "Algunas reflexiones sobre lo institucional y lo público", contienen valiosas y oportunas aportaciones al debate. En particular el primer texto expone una equilibrada visión de las distintas etapas y corrientes de la autonomía (social, organizada,...) sugiriendo la posibilidad de explorar formas más radicales de refundación.
    El segundo texto es una apuesta mas formal contra cualquier intento de reconstrucción de la autonomía o cualquiera de sus partes en base a una coordinación estable. El escenario de la constitución de la Autonomía se describe acertadamente como el de la tensión entre nuestro poder constituyente y su poder constituido. La crítica a la fantasía de conseguir ser fuertes reuniendo debilidades, la denuncia del anarcoleninismo y de la creencia que las reuniones periódicas de delegados, garantizan por si solas el desarrollo de los colectivos en lo social, apuntan a problemas reales en los grupos participantes.
    La mayoría de los colectivos no estaba por la fórmula de la Federación con Estatutos, pero menos aún por disolverse como organización. Todos los grupos, más o menos disueltos en lo social, según su grado de conexión con la sociedad, tras años de coordinación, estaban por buscar fórmulas para cooperar de forma organizada y estable, en base a las razones expuestas con anterioridad. De hecho una de las condiciones para el inicio del proceso era precisamente "el deseo de crear estructuras estables".
    Naturalmente en un proceso constituyente todo puede considerarse abierto, incluso los límites acordados respecto al proceso propiamente dicho. Sin embargo, una vez propuestas estas dos posiciones, el debate quedó encajonado entre ambas, de forma que la cantidad de matices de la propuesta de la coordinadora, largamente elaborada por los colectivos, desapareció y desde la retórica de "disolverse en lo social" no se reconocía más oposición que la de " el partido de la Autonomía " con sus Estatutos. El impacto del radicalismo verbal que equiparaba cualquier forma organizativa estable con el Estado, y defendía "expandirse" para disolverse en lo social como proceso constituyente verdadero, consiguió hacer olvidar a muchos los matices de los textos debatidos, ganándolos para la lírica espontaneista. Lo que en la primera Asamblea era solo opinión de un colectivo, creció consiguiendo la adhesión total o parcial de varios colectivos. Se llegó a producir incluso un proceso de debate doble donde por la mañana se reunían los de la "red difusa" y por la tarde los otros, los del "Partido de la Autonomía". Como esta clasificación era falsa, nadie entendía nada y el doble proceso murió de muerte natural:
    El discurso no homogéneo del espontaneismo olvidaba además de los textos debatidos muchas cosas. Las posibilidades de sobrevivir de un colectivo que habita un centro social ocupado y cuenta con militantes experimentados, son diferentes a las de colectivos de gente joven, a veces casi sin experiencia y con una vida cotidiana escindida de la militancia, que además, tienen como una seña de identidad la coordinación estable de su colectivo con otros colectivos.
    La ausencia de limites en las afirmaciones, le falta de diálogo con el discurso que inicia el proceso, el desconocimiento de las especificidades de los grupos coordinados que lo han impulsado, arruinan la posibilidad de diálogo y enriquecimiento mutuo. Por la vía de la confusión, la división y el cansancio, este proceso constituyente, que dejó todo abierto para construir casi desde cero, ha estado a punto de pasar de "refundación" a "disolución y desaparición" de Lucha Autónoma.
    En la asamblea del 10 de Abril se apuntaron las líneas  de desbloqueo del proceso: "Que los que quieran la coordinación de Colectivos Autónomos, discutan unos puntos mínimos de unidad y se pongan a funcionar dejando para más adelante o una mayor precisión de las formas de coordinación".

    En la Asamblea del 3 de Julio de 1.999 se aprobaron los puntos mínimos de unidad para pertenecer a la Coordinadora. A lo largo del proceso, además de las ya citadas, hubo diversas aportaciones por escrito.
 

PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS.

UNA PROBLEMÁTICA FUERZA REAL.

    Una década de actividad, aunque cargada de problemas e insuficiencias, permite caracterizar la experiencia de L.A. como un movimiento juvenil antagonista con posibilidades de desarrollo.
    Sus realizaciones como referente movilizador de sectores juveniles en un entorno de aguas muertas de la lucha social y de avance del conservadurismo y el conformismo entre los jóvenes, junto con su ambición constituyente en la práctica y en lo teórico, le otorgan una potencialidad innegable.
    La expresión de su fuerza no solo está en el aumento de los colectivos pertenecientes de derecho o de hecho a la red, sino también en la diversidad de conexiones con sectores activos juveniles y en la iniciativa política y cultural con la que han
convocado y movilizado reiteradamente a estos sectores.
    Los jóvenes doblan la tasa media de paro y precariedad, padecen una dependencia e inseguridad crónicas y tienen menos ataduras materiales que los  mayores.  Sin embargo, no se rebelan. A esta paradoja apunta como una flecha, la potencia insurgente de grupos como L.A.
    A diferencia de la población adulta, los jóvenes están menos encuadrados en las organizaciones de la izquierda tradicional, de la que reniegan por sus renuncias y su burocracia. Las organizaciones juveniles de la izquierda tradicional se debaten entre el impulso radical y el laberinto de su identidad y sus dependencias.
    Estos factores multiplican no sólo la potencia de un impulso juvenil revolucionario anticapitalista, sino también su necesidad, ya que el vacío existente es ocupado por conteni-dos y encuadramientos compasivo-apolíticos, conservadores o fascistas.
    Un movimiento autónomo juvenil no puede por menos que presentar rasgos de inestabilidad, precariedad e inexperiencia. Por su carácter de movimiento (no institución) y por la edad de sus activistas, que, además, no se apoyan en una tradición y una experiencia acumulada por que su identidad se ha construido al margen y en contra de muchos rasgos de la izquierda tradicional.
    Sin embargo, no deben confundirse las insuficiencias y errores que parecen condenar a estas organizaciones a tropezar en las mismas piedras que otros revolucionarios de generaciones anteriores, con virtudes inherentes a este movimiento. No es el descompromiso y el actuar cuando lo pide el cuerpo, sino la actividad permanente y la concentración lo que permite la existencia del movimiento.
    La tensión entre el movimiento más libre y la organización, más rigurosa, debe resolverse a favor de ésta última, aunque sin uniformizar y sin olvidar la jerarquización y subordinación que toda estructura organizativa genera. Pero sin olvidar tampoco que la mayor subordinación la genera la vida cotidiana y los deseos "espontáneos" en su aparente inocencia. La libertad hoy, es sólo la ignorancia de los mecanismos de la esclavitud.
    La tensión entre eficacia y democracia o entre diferencia e identidad, son a su vez crisis irresolubles que deben tratarse con prudencia y colectivamente. La veneración de la eficacia nos lleva a desconsiderar las diferencia, a uniformizar y a reproducir la lógica del poder.     Pero la exaltación de la diferencia nos lleva a venerar lo particular y a convertirnos en un "coro de grillos que cantan a la luna", cada uno desde su chiringuito microcomunitario.
 

TRAZAR UNA LINEA   DIVISORIA CON LAS POLÍTICAS SECTARIAS

    La abundancia de militantes de ideología libertaria es una ventaja para impulsar la Acción Directa, la acumulación de fuerza desde lo social, la desconfianza ilimitada en las Instituciones y la lucha contra la dependencia y la subalternidad que genera toda estructura organizativa. La izquierda tradicional ha desconsiderado estos factores. Incluso la izquierda radical ha reproducido en su funcionamiento interno el seguidismo y la jerarquía.
    Sin embargo, estas saludables convicciones aparecen a veces de la mano de una fe pueril en el papel de unos buenos estatutos para conjurar todos los peligros y desviaciones. Otras veces son la cobertura para actitudes sectarias de personas y grupos cuya identidad depende más de criticar los vicios de otros que de construir las virtudes propias. Se confunde el fracaso de la izquierda socialista y comunista, con el inevitable éxito de su competidora histórica, la izquierda anarquista. Esta concepción genera dogmatismo y convierte la actividad militante en sectaria y en un asilo de ignorancia y creencias teológicas.
    Tendencias externas, pero próximas a algunos militantes de L.A. comparten una vieja característica negativa del anarquismo dogmático. A pesar de su desorganización y de su debilidad práctica y teórica, actúan como partidos de incógnito, considerándose la matriz de cualquier avance revolucionario, promocionando su sigla de forma parasitaria y externa en algunos movimientos sociales y descalificando a Tirios y Troyanos.
    Esta ganga puede neutralizar la fuerza de la mejor tradición libertaria. Caía en
algunos jóvenes militantes fascinados por la facilidad de poseer una alternativa acabada con el mínimo esfuerzo de militancia y estudio. La ausencia de contenidos propios de esta corriente, favorece una identidad basada en atacar a los militantes o grupos competidores, convirtiéndose así en una fuerza divisionista y destructiva.
    Comparten simétricamente muchos de los rasgos del peor dogmatismo comunista. Educan a los militantes en la simplificación en lugar de en desentrañar la complejidad. Se especializan en la descalificación en lugar de hacerlo en la clarificación.
    Si esas tendencias no son identificadas y minorizadas, un movimiento de resistencia está condenado a la marginalidad. Sin embargo, hay que tratar la enfermedad pero sin matar al paciente. Las personas que comparten estas creencias, son a menudo, personas generosas y abnegadas. Quizá nosotros/as mismos/as en otra época. La capacidad de diálogo y la tolerancia con quienes comparten estas creencias, dice mucho de la calidad de un movimiento capaz de metabolizar las diferencias para sumar y no para restar.
 

UN  ECOSISTEMA NECESARIO.

    Una de las conclusiones a sacar del proceso de refundación es que la autonomía, diversa, multiforme, difusa, no puede expresarse en una única organización, por muy abierta que sea. Las dificultades de comunicación han sido producto de la contradicción entre esta realidad y el deseo de meter todo lo autónomo en un único molde. Las acusaciones de "partido de la autonomía" por un lado, y de "espontaneismo" por otro, son una simplificación defensiva de las distintas identidades ante el peligro de verse negadas.
    Ahora el proceso ha pasado.  Podemos analizar la experiencia. Los errores nos hacen más listos.
    Que no sea posible una única organización donde toda la autonomía pueda dialogar, crecer, apoyarse mutuamente y conectar con los desheredados, jóvenes y no jóvenes, para expresar el conflicto social invisible, no quiere decir que no sea necesario tantear formas y espacios donde estas funciones puedan realizarse.
    Dicho de otra manera, la unidad existente entre los grupos autónomos, respecto a sectores como la izquierda tradicional, las redes confesionales, la socioburocracia o el voluntariado de las ONG's es más que suficiente para dar sentido a la búsqueda de múltiples cauces de cooperación y diálogo. Pero no sólo eso. Sin desbrozar el camino y crear estos cauces de forma positiva y práctica, no habrá posibilidad de crecimiento de cada una de las partes, incapaz de enfrentarse sola con el cerco mediático, con la represión y con las dificultades de la militancia desde lo social.
    L.A. es una organización juvenil y como tal debe construirse, pero necesita el apoyo y el diálogo de otros grupos jóvenes y no jóvenes que comparten sus fundamentos, pueden apoyarla y necesitan a su vez de su fuerza.
    La construcción del área de la autonomía debe ser una tarea primordial de L.A., al igual que del resto de los grupos autónomos. La identidad de cada militante debe tener una doble dimensión. Una fuerte, real, cercana, que es la de su propio colectivo, pero también otra, no menos fuerte, pero aún poco desarrollada en la práctica que es la del área de la autonomía.
    Sin la fuerza suficiente no hay intervención político-social que valga, más allá de la esfera particular de cada colectivo. Sin la cooperación y el diálogo como política permanente, no habrá posibilidad de construir el área de la autonomía como una realidad política.     Sin Area de la Autonomía no llegaremos a la masa crítica necesaria para la intervención política general y la visualización de una alternativa de lucha para millones de personas dispersas.
    Este Area de la Autonomía no es una reedición de los objetivos iniciales de la refundación de Lucha Autónoma, sino un proyecto no definido de ritmos y geometrías variables, un proceso real que adoptará formas múltiples en el tiempo. Una dinámi-ca que dependerá del impulso, la inteligencia y la voluntad unitaria y constituyente de sus protagonistas. A su vez el área de la autonomía, al igual que la vida de cada colectivo o cada red no dependerá de la forma sino sobre todo del contenido, de su impulso y su iniciativa política hacia la sociedad.
    El ensimismamiento y las vueltas y revueltas sobre la propia identidad, sólo conducen a dar gracias a dios por haber-nos hecho distintos a los demás. Desde esa "conjura de los necios", y desde esa tertulia de militantes sectarios, una oligarquía de incógnito suele ostentar la representación de la sigla en los foros de la izquierda. Este es el triste caso de alguno de los grupos del radicalismo residual de la transición.
    La identidad es un proceso de interactuación entre los militantes y las dinámicas de lucha social. Para ser, hay que ser en lo social, de puertas para afuera. La fuerza está en el grado de implicación de los y las militantes en la resistencia social. Pero también en el fortalecimiento de la organización, no sólo por templarse en la lucha y en la experiencia, sino por su crecimiento, su vitalidad, su capacidad para sumar diversidades.
    El desarrollo de iniciativas en la lucha contra la precariedad, el machismo, el racismo, el militarismo, la moneda única, la globalización, por la vivienda, o por una renta básica, etc., son el vector sobre el que tiene sentido un proyecto alternativo, la propia identidad y las formas organizativas.
    Desde esta realidad hay que unir todo lo que pueda ser unido en base a las propias convicciones. Hacer unidad de acción con otros no es convertirse en otra cosa sino acumular fuerzas contra el enemigo común en cada coyuntura.  Para resolver el problema entre el oportunismo pragmático y la vocación marginal no hay recetas. Eso depende de la experiencia, la profundidad de los principios, la capacidad teórica, la implantación real en las luchas sociales y la prudencia de los y las militantes.
    A su vez, la lucha teórica como un espacio necesario de la militancia es un terreno a recorrer. La permanencia y el desarrollo de un movimiento anticapitalista depende de la capacidad de clarificar los mecanismos de dominio y de explotación del capitalismo globalizado. Al militante no se le debe suponer la conciencia. La conciencia como comprensión de la realidad es, en general, el resultado de la militancia, no su condición. Al principio hay motivaciones muy valiosas para sumarse a la lucha, pero esto no debe confundirse con el producto de la práctica y de la práctica-teórica realizada en común con otros militantes.

Agustín Morán.
CAES. Septiembre 1999
 

1  Una visión de la Coordinadora de Colectivos de Lucha Autónoma
    1.990 - 1.997 Gonzalo Wilhemi.
     Editorial Traficantes de Sueños. Página 135.
2  Ibid. Página 168.
3  Documento 1 de las Jornadas de Refundación de L.A. (1.999).
4  Una visión de la Coordinadora de Colectivos. Página 121
5  Ibid. Páginas 113 y 114.
6  Una visión de la Coordinadora de Colectivos de L.A. Página 130
7  Ibid. Página 164.
8  Ibid Página 113.
9  Menú de la Asamblea del 20 de Febrero de 1999. Manual de Ins-trucciones. Comisión Técnica.
10  La organización autónoma como expresión libertaria de la lucha
      R Y Z. (Acción Libertaria).

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